Si dentro de 60 días los gestores de Aerolíneas Argentinas y su accionistas, los empresarios españoles Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán, llegan a un acuerdo con los representantes del Gobierno argentino para el traspaso y venta de Aerolíneas Argentinas al Ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner, el coste que para el Estado español habrá tenido el mantenimiento de la empresa en manos españolas habrá sido de unos 2.217 millones de euros al cambio de hoy, según recogía el informe del Tribunal de Cuentas del 16 de marzo de 2006. Sin embargo, la cantidad real sería mucho mayor que estos 2.217 millones de euros, si el cálculo se hace con el valor de los dólares y las pesetas en la década de los años noventa, y también sobre el valor del euro desde su implantación frente al dólar, que daría una cifra cerca a los 3.400 millones de euros para la inversión realizada por las arcas públicas españolas en Aerolíneas. Este informe sigue siendo válido para hacer estas cuentas, ya que aunque recoge las últimas cantidades, 803,2 millones de dólares, que la Sociedad Estatal de Partipaciones Públicas (SEPI) tuvo que entregar desde octubre del 2001 a los socios de Marsans para que estos asumieran el control de Aerolíneas. Las cantidades pagadas por Iberia en la adquisición de este grupo y los posteriores desembolsos de la línea de bandera española también pueden considerarse aportaciones públicas ya que la empresa estaba entonces en la órbita del sector público español, estando controlada por el INI, que luego pasó a llamarse Teneo y finalmente SEPI.
Acuerdo González-Menem
La historia de esta empresa es azarosa, pero su vinculación con España empezó en 1990, cuando Iberia entró en su capital, tras haberlo negociado el entonces presidente del Gobierno español, el socialista Felipe González, y el peronista Carlos Menem, principal mandatario argentino. Poco después. Iberia hizo todo lo posible para dejar esta inversión que no conseguía rentabilizar y al final logró traspasársela a su principal accionista, con lo que el Estado español tomó directamente las riendas de su control, para terminar vendiéndosela a los socios de Marsans y al empresario Antonio Mata, en el año 2001, ya bajo un Gobierno del PP. Mata estuvo gestionando la aerolínea varios años, pero sus enfrentamientos con los políticos y sindicalistas argentinos forzaron su salida y Pascual y Díaz Ferrán le compraron sus acciones y alcanzaron el 94,4% del capital de Aerolíneas Argentinas, que siguen manteniendo. El próximo regreso de Aerolíneas a manos argentinas, aunque su Gobierno mantiene el 5% del capital, después de casi 18 años ha sido muy festejado en el país austral. El ex presidente Néstor Kirchner afirmó la pasada semana cuando se vivían momentos de tensión que el Gobierno de su mujer estaba trabajando mucho para terminar con la «ignominia» de Aerolíneas Argentinas.
Lo que no se sabe es si el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner asumirá directamente el control de la aerolínea o intentará que entren en su capital empresarios afines, como pretendía durante los últimos meses. Se trata de una táctica que ya ha empleado en otras empresas españolas como en Repsol YPF, donde consiguió doblegar a la dirección de la petrolera para que el empresario argentino Ezkenazi entrase en el capital de YPF, cosa que al principio no gustaba al equipo de Antonio Brufau.
Regreso con la crisis
Desde luego, la único cierto es que Aerolíneas vuelve a manos de su Gobierno y es renacionalizada con una pesada deuda sobre sus alas, una flota en decadencia y la incógnita sobre si su destino final es ser una empresa estatal o privada y en un momento de crisis mundial y en el que las compañías aéreas son uno de los sectores que más la sufren por el alto precio del queroseno. Aunque ya se ha vendido un acuerdo muy cerrado para ejecutar en 60 días, una vez estén realizadas las tres auditorías que se prevén hacer, no sería nada extraño según las fuentes consultadas que no hay un acuerdo, y que se produzca un nuevo litigio jurídico.
Entre los empresarios españoles, que aspiran a cobrar algo, y el Gobierno argentino, empeñado en inflar a toda costa el pasivo del grupo aéreo para pagar menos o nada.
Estrangulada financieramente
La situación económica de Aerolíneas es muy mala, pero el principal motivo por el que se ha llegado a esta situación ha sido el estrangulamiento financiero al que la ha llevado el propio Gobierno argentino al impedirla subir las tarifas durante los dos últimos años, con una inflación calculada del 30%. Esto, junto con todo tipo de impedimentos, así como permanentes huelgas lanzadas desde órbitas próximas al peronismo que gobierna el país, han impedido una solución económica hasta la fecha.
La deuda del grupo aéreo está calculada en 890 millones de dólares, repartida en bancos, proveedores y obligaciones por juicios, aunque también hay pagos pendientes con el Estado argentino, por unos 200 millones de dólares. Solo 30 de las 67 aeronaves que componen la flota de la línea aérea están en condiciones técnicas, de manera que hay que abordar cuanto antes un plan de renovación ya que ahora la compañía no puede cumplir con los compromisos de cobertura de rutas asumidas por Aerolíneas y su filial Austral, que controla el 80% del mercado aéreo doméstico.
Por cierto, la situación de Austral es mucho mejor que la de su matriz, y a buen seguro tendrá un cierto valor contable cuando se hagan las auditorías. La mayoría de los sindicatos que agrupan a los 8.500 trabajadores de Aerolíneas y Austral son partidarios de la la nacionalización, pero el poderoso gremio de los técnicos, unos 2.000 empleados, prefiere el capital privado, aunque tras la historia reciente este podría no aparecer.
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